En mi opinión, el mejor relato que he escrito :)

Mi último concierto

Cinco minutos más y saldré al escenario. Una vez más me enfrentaré a mis alocados fans. Estoy harto de esta vida. Quiero desaparecer de una vez, y ser una persona normal. Por una vez, quiero ser yo el espectador y fanático de cualquier artista famoso, con una vida de asqueroso lujo. ¿Y por qué no? ¿Por qué no escaparme de esto de una vez por todas?
El concierto empezó y la gente gritaba y saltaba histérica. Estaban a punto de ver a sus ídolos. Un grupo de roqueros adolescentes con ganas de dar guerra y encantados de su vida de glamour. O eso pensaban…
Se abrió el telón y el humo empezó a salir del escenario. La gente estaba ansiosa. Se oyó un “ooh” de la gran mayoría de las personas que estaban presentes. ¡Dios mío! El humo había desaparecido y lo que allí se veía era sorprendente. Faltaba Gerard; el cantante y el componente más querido del grupo. Los fans estaban histéricos. ¿Dónde estaba Gerard? ¿Se había ido o… simplemente había huido? Miles de preguntas rondaban todavía días después por la cabeza de los fans.
Mi infierno se ha acabado. Adiós a los fans, paparazzi y demás estorbos. Por fin seré libre.
Había carteles con la cara de Gerard por todas partes. La gente buscaba desesperadamente un hombre que se había cansado de su vida, su fama y su glamour, y se había ido probablemente a otro país o… ¿Quién sabe? Quizá estuviera a la vuelta de la esquina.
Pero días después, muy lejos de allí, Gerard caminaba tranquilo por las calles de California. Llevaba puesta su ropa negra y un sombrero con el que casi no se le reconocía. Caminaba perdido en sus pensamientos. Se sentía libre sin la presión de sus fans. No es que las odiara… Pero le habían hecho de todo. Desde acosarlo en su casa, hasta espiarlo en la ducha. Aunque debía reconocer que le encantaba esto de la música; los conciertos eran como descargas continuas de pura adrenalina. Hacía lo que quería, y la gente lo adoraba. Podría seguir así años…
Sus pensamientos fueron interrumpidos. De repente, escuchó unos pasos a sus espaldas. Pensó que la gente normal no caminaba a esas horas de la madrugada por la calle. Miró hacia atrás, pero ya no pudo hacer nada.
Horas después, se encontraba en un sitio desconocido, y aparentemente observado.
¿Dónde estoy? ¿Quién me ha cogido? ¿Qué está pasando?
Todo estaba oscuro, sólo había una pequeña luz que apenas iluminaba una esquina de la estancia. Gerard estaba realmente asustado. Entre las sombras, se distinguía un hombre. No sabía quién era aquel hombre…ni qué iba a hacerle. No estaba atado, tan solo tumbado en una cama fría y dura. Pero no se atrevía a escapar. Escuchó un ruido, y de repente, todo se llenó de una luz cegadora. Gerard por fin pudo ver la cara de su secuestrador. Era un hombre mayor, alto, fornido. Llevaba puestos unos vaqueros y una camisa negra. Parecía un buen hombre.
Gerard observó la habitación en la que se encontraba. Multitud de pósters y fotos con su cara adornaban las paredes. Aquel hombre debía ser un auténtico fanático de su grupo, pero en concreto, de él.
Los meses pasaban. Su supuesto secuestrador resultó ser un hombre aficionado al rock, con ganas de vivir y una vida solitaria pero feliz. A veces, incluso lo envidiaba. Tenía todo el tiempo del mundo para disfrutar, y nadie le impedía gozar. No lo acosaban, su cara no era portada de todas las revistas y nadie intentaba imitarlo. Aquello, sin duda, era vida.
En una ocasión, Frank, su secuestrador, le había hablado de su familia. No estaba casado. Había tenido tres mujeres, y las tres habían muerto. En su corazón tan solo quedaba lugar para la música. Gerard se sorprendía cada día más. ¿Cómo un hombre tan humilde y solitario podía amar tanto la música? A veces, incluso se le pasaba por la cabeza por qué no había formado un grupo, o se había hecho famoso. Seguramente no querría ser famoso, porque adoraba su vida.
Después de un año la vida de Gerard había cambiado. Había desaparecido su deseo de fama, tenía los pies puestos en la tierra. Era el momento de dejarlo libre, tenía que volver a su realidad para enfrentarse a ella.
Gerard acabó yéndose de allí, y se prometió no volver jamás. Cuando apareció, su cara volvió a ser portada de todas las revistas, aparecieron nuevos imitadores, nuevos y alocados fans… Se dedicaba a lo que quería, pero ya no podía más. Lo que empezó como un secuestro acabó siendo un cambio de vida, un parón que necesitaba. Su secuestrador se convirtió en su amigo al que prometió cambiar.
Pasaron dos largos meses, decidió volver a casa de Frank. El corazón le dio un vuelco, y no pudo evitar echarse a llorar. En la puerta de la casa de Frank había una nota pegada: El Sr.Frank Stills falleció el pasado 20 de marzo. Gerard se pasó horas tirado en el césped de aquella casa, ahora vacía, llorando y pensando por qué no habría vuelto antes, porqué él había muerto… La vida de Frank se había acabado, pero la suya, todavía no. Tenía dos alternativas; seguir los consejos de Frank y disfrutar, o acabar con su vida. Es imposible no querer saber más sobre la muerte de un amigo, un amigo que te cambia ha cambiado la vida. Así que echó la puerta abajo, y entró en la vieja y solitaria casa de Frank. Las lágrimas caían sin cesar de sus ojos. Recorrió la casa en silencio, despacio y recordando los buenos momentos que habían pasado juntos allí. Sus pies lo llevaban si quererlo a la habitación donde habían hablado por primera vez. Bajó las escaleras y abrió la puerta. Se sorprendió de cómo había cambiado todo.
Ahora ya no era un cuarto lleno de pósters con su cara, sino una habitación luminosa, llena de guitarras. Estaban perfectamente colocadas. Una detrás de otra, y así hasta llenar la habitación completa. Eran tan perfectas… Algunas incluso parecía que no habían sido usadas todavía. No pudo resistir la tentación, y cogió una. No lo hizo al azar, sino que escogió una en concreto, porque era la que siempre tocaba Frank.
Gerard acabó disfrutando su vida, pero no por mucho más tiempo. Murió haciendo lo que más le gustaba: cantando y tocando una canción en un concierto, con la guitarra de Frank. Aquel hombre que le había enseñado el verdadero significado de la vida, y cómo debía vivirla. Aquel fue su último concierto, y el mejor de todos. Y, sin duda, ahora podía decir que lo había dado todo en el escenario.
Fue trágico, pero ya había tenido oportunidad de disfrutar, y, en honor a Frank, pidió que lo enterrasen a su lado, con su guitarra, y que en ambas tumbas grabaran: “El Rock ha sido mi vida, y mi muerte.”
FIN.

2 comentarios:

Kaori dijo...

My Chemical Romance? My Chemical Romance? MY CHEMICAL ROMAAAAAANCE!!!!! *_____* ♥
[ Por cierto; no soy una groupie, sólo una fan' =) ]

Kaori dijo...

Es una preciosa historia.