Mi vida en un congelador

Era un lugar oscuro y tenebroso, había tartas por todas partes. Hacía mucho calor, así que llevaban puestos unos gruesos pantalones en las manos para ahuyentar el frío. Llevaban calcetines en las orejas, porque decían que les gustaba escuchar el sonido de sus propios pasos.
Escuchaban libros de princesas que vivían en Marte, mientras comían monstruos de terciopelo. Se preguntaban si podrían llegar a tocar el suelo con la punta de la nariz algún día comiendo orejas de elefante. Pisaban la televisión después de cenar, y gustaban de las zanahorias fritas. Respiraban polvo de hadas y reían en notas musicales. Les gustaba el mundo, y lo demostraban pintando nubes de colores en los atardeceres. Se transformaban en mariposas por las noches y dormían dentro de los libros de los árboles más verdes.
Pulsaban el play cuando no querían escuchar canciones tristes, y tocaban el timbre cuando no querían entrar. Llevaban pantallas conectadas con sus neuronas para poder verlo todo... y, a la vez, no ver nada.

Comían chocolate para cambiarse los ojos de color.

4 comentarios:

Marta. dijo...

Me gusta:) Un besito

Discordancia número 25. dijo...

Tienes mucha maña para escribir. Me ha gustado tu blog :) Te sigo :)

Discordancia número 25. dijo...

muy muy bueno tu blog :) te sigo!

Izel dijo...

Es muy bonito :)